Por Abog. Alicia Palacios
Las ciencias jurídicas son absolutamente medibles, pesables y comprobables. Esta versátil profesión nos permite interdisciplinariamente demostrar el trayecto de una bala cuando se incrusta en el cuerpo humano, su trayectoria, entrada, salida e incluso podemos demostrar el terror que ha sufrido la víctima de un homicidio.
A través de las ciencias jurídicas podemos incluso determinar cuántas personas estuvieron en la escena de un crimen; podemos mostrar graciosamente cómo algunos individuos se enriquecen ilícitamente. Pero no no hemos podido aún como ciencias jurídicas lograr que el amor sea juzgado y obligar a los padres que no quieren compartir con sus hijos, a que si lo quieran. Así también, que quieran visitarlos, criarlos, a querer acompañarlos en la travesía de crecer en esa transición de ser niños adolescentes para finalmente convertirse en hombres y mujeres.
Todavía no logramos bajo ningún término, ni siquiera someramente, esta hazaña de demandar amor.